jueves, 16 de agosto de 2012

Desdichados e Infelices

  Hace unos años leyendo un libro de Mamerto  Menapace me pereció muy interesante la diferencia que hacía entre los desdichados y los infelices. Desde momento me pregunté en que grupo estaría yo y me dediqué a observar y prestar mucha atención.
  Los desdichados conocen la felicidad y saben que es efímera , tiene distinto color, sensaciòn, olor, se puede presentar de mil formas diferentes y reconocen cuando un momento o situación es de felicidad y lo toman. Simplemente lo beben y lo disfrutan como a un buen vino sin importar cuanto haya en la copa.
  Los infelices no conocen la felicidad y la pretenden eterna, impecable, sin defectos, sin altibajos o sea un imposible. Se dan cuenta que un momento, época o situación podrían haber sido felices después que pasó y se les escapó siendo ya tarde para andar lamentandose, pero igual se lamentan.
Los desdichados esperan constantemente un momento feliz y lo atrapan , no lo dejan escapar lo cazan con la sagacidad de un verdadero ¨cazador de felicidad¨. Luchan a brazo partido, la buscan y la encuentran y la vuelven a perder pero no se rinden jamás ni siquiera cuando sienten que sus fuerzas ya no le responden.
  Los infelices la buscan en la eternidad, en el más hallá y los desdichados lo más cerca posible, en tiempo y espacio también.
  Los infelices tienen claro que la vida continua y se resignan a esta vida de mierda y los desdichados saben, se aseguran esta vida por las dudas no haya otra, viviendo cada día ¨como el último que les toca vivir¨. Riendo o llorando aceptan que la vida es así y la pelean aprendiendo más de los momentos dolorosos que de los felices. Aprenden que hoy estamos y mañana no lo sabemos. Los infelices pretenden que la felicidad les caiga del cielo mientras los desdichados escarban la tierra hasta encontrarla mientras entierran a sus muertos con el dolor de los mortales y consientes de una cita inevitable a la que no faltara ninguno de nosotros.
  Loa desdichados saben lo que es la felicidad porque la sintieron vibrar en su cuerpo, en el corazón, en el alma. La dejaron entrar y se emborracharon más de una vez con ella.
 Los infelices son siempre un lamento que apaga hasta la hoguera más generosa y añoran con fatiga y pena aquellos momentos en que pudieron ser felices o no lo fueron obvioooo...los desdichados los recuerdan orgullosos y los coleccionan, los cuidan y reviven en cada oportunidad.
  Los infelices no viven ni dejan vivir.  Los desdichados viven y se alegran de la vida del otro sin juzgar nadie y aceptando la dicotomía del péndulo éste que es vivir fluctuando entre la felicidad y la búsqueda infatigable de estar todos los días a la caza de un momento que nos haga felices.
 
 
  .

No hay comentarios:

Publicar un comentario